LIMA - PERÚ MARTES 29 DE AGOSTO DEL 2017 MENSAJE # 1967
JUAN 1:9-14
"Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón; sino de Dios. Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del Unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad".
=== Juan, el escritor del Evangelio del Águila, se elevará hasta lo sumo para presentarnos al Verbo divino, en su preexistencia, en su comunión y coigualdad con el Padre, y el hecho de que él mismo era la Deidad. Tras observar en geniales trazos el factor creacional, nos revela que la energía lumínica que de él procede, era una manifestación de la vida, y que ésta componía la luz de los seres humanos; y que sería el resplandor de ellos lo que prevalecería sobre la importuna oscuridad que la caída de Lucero y la creación primigenia trajo sobre la faz del mundo, difundiéndose sin que la oscuridad pudiera impedirlo, resplandeciendo en medio de ella. Y después de mostrar a Juan el Bautista, dando testimonio de la luz, posibilitando que la gente creyera esta realidad sublime, nos revela que éste era el Heraldo divino, y no la luz misma. Y es aquí donde nos ubicamos en esta hora, en la venida de esa luz que fuera parte de nosotros desde el principio, y que la caída adámica apagara sin llegar a extinguirla, y que al conjuro de su presencia (la de Jesús en nosotros como aquella gloria Verbal), encendiera la estrella de la mañana en nuestro corazones, transformándonos en sus luminares por la virtud redentiva que sigue operando mediante la gracia. El apóstol arguye que aquella Luz, venía a este mundo, y que la iluminación serviría para que todos se apercibieran de la realidad que quería fusionarse con sus seres creados redimidos para mostrar la gloria de Dios.
=== Lo trágico de todo esto fue que su presencia no fue reconocida, y que sus seres creados no quisieron admitir su origen y procedencia, negándole de plano la gloria que le correspondía como el autor de todo lo visible e invisible. Lo suyo: EL REINO, no pudo establecerse como una realidad vigente, porque sus receptores se negaron a reflejar su gloria; prefiriendo el eclipse de su vergonzosa nocturnidad experimental, que los hiciera seres anónimos hasta el momento en que ellos quisieran reflejar su novedosa identidad, considerando al enemigo su fuente y su ideal realización. Ya en contraposición, el apóstol refiere que todos los que le recibieron, y admitieron su necesidad de un Salvador, pudieron ver el resurgir de una esperanza viva: la eternidad que Salomón arguye que Dios había puesto en los corazones de los seres humanos (Ec.3:11), como una realidad vigente que crece al conjuro de su accionar progresivo guiado por el Espíritu, quien nos revela la autoridad o potestad para ser hechos lo que Dios afirma de nosotros: Hijos de Dios. Y Juan,
(1) Procede a desconectarnos del plano natural sobre la base de la consanguinidad o herencia adámica;
(2) De la expresa voluntad carnal, porque lo que es nacido de la carne, carne es, volviéndose intrascendente y válido para una sola generación; y
(3) Revelando que la voluntad personal no define la consigna divina si no está asociada a ésta en espíritu y en verdad;
(4) Y nos conecta al plano de la voluntad que permanece para siempre: la de Dios, que es la que produce el Nuevo Nacimiento, y la que postula las realidades del plano eternal.
=== Es así que el Verbo mencionado en el v.1, tabernaculiza en la figura antropomórfica de Jesús, promoviendo que la Deidad en forma humana pudiera habitar en medio nuestro, y nos mostrara, no un rostro emblemático; sino UN CARÁCTER, una figura que definía al Padre en su accionar gratificante a favor de la humanidad, recobrándola hacia la gloria regia para la que fuera diseñada. Y el niño del pesebre, que fuera cargado por Simeón para bendecir la salvación que ya se le había otorgado al pueblo israelita; que fuera predicado por Ana, la anciana sierva de Dios que juntamente con otros santos esperara la redención; que aturdiera a la esposa de José, que guardara todas estas cosas en su corazón; que fuera venerado por los pastores que recibieron la anunciación por la vía angelical... y tantas cosas más... y que desplegara su gloria (la forma cómo el Padre lo hizo resplandecer ante los azorados ojos del pueblo judío), nos revelara al UNIGÉNITO del Padre con una realidad que algún día compartiríamos como una congregación de primogénitos, cuando su presencia en nosotros nos elevara al plano de la comunión con la Deidad, después de desplegar sobre nosotros su gracia y su verdad, consolidándonos como una unidad parental con él.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 29/08/2017 MENSAJE # 1967
=== Lo trágico de todo esto fue que su presencia no fue reconocida, y que sus seres creados no quisieron admitir su origen y procedencia, negándole de plano la gloria que le correspondía como el autor de todo lo visible e invisible. Lo suyo: EL REINO, no pudo establecerse como una realidad vigente, porque sus receptores se negaron a reflejar su gloria; prefiriendo el eclipse de su vergonzosa nocturnidad experimental, que los hiciera seres anónimos hasta el momento en que ellos quisieran reflejar su novedosa identidad, considerando al enemigo su fuente y su ideal realización. Ya en contraposición, el apóstol refiere que todos los que le recibieron, y admitieron su necesidad de un Salvador, pudieron ver el resurgir de una esperanza viva: la eternidad que Salomón arguye que Dios había puesto en los corazones de los seres humanos (Ec.3:11), como una realidad vigente que crece al conjuro de su accionar progresivo guiado por el Espíritu, quien nos revela la autoridad o potestad para ser hechos lo que Dios afirma de nosotros: Hijos de Dios. Y Juan,
(1) Procede a desconectarnos del plano natural sobre la base de la consanguinidad o herencia adámica;
(2) De la expresa voluntad carnal, porque lo que es nacido de la carne, carne es, volviéndose intrascendente y válido para una sola generación; y
(3) Revelando que la voluntad personal no define la consigna divina si no está asociada a ésta en espíritu y en verdad;
(4) Y nos conecta al plano de la voluntad que permanece para siempre: la de Dios, que es la que produce el Nuevo Nacimiento, y la que postula las realidades del plano eternal.
=== Es así que el Verbo mencionado en el v.1, tabernaculiza en la figura antropomórfica de Jesús, promoviendo que la Deidad en forma humana pudiera habitar en medio nuestro, y nos mostrara, no un rostro emblemático; sino UN CARÁCTER, una figura que definía al Padre en su accionar gratificante a favor de la humanidad, recobrándola hacia la gloria regia para la que fuera diseñada. Y el niño del pesebre, que fuera cargado por Simeón para bendecir la salvación que ya se le había otorgado al pueblo israelita; que fuera predicado por Ana, la anciana sierva de Dios que juntamente con otros santos esperara la redención; que aturdiera a la esposa de José, que guardara todas estas cosas en su corazón; que fuera venerado por los pastores que recibieron la anunciación por la vía angelical... y tantas cosas más... y que desplegara su gloria (la forma cómo el Padre lo hizo resplandecer ante los azorados ojos del pueblo judío), nos revelara al UNIGÉNITO del Padre con una realidad que algún día compartiríamos como una congregación de primogénitos, cuando su presencia en nosotros nos elevara al plano de la comunión con la Deidad, después de desplegar sobre nosotros su gracia y su verdad, consolidándonos como una unidad parental con él.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 29/08/2017 MENSAJE # 1967
EL EVANGELIO DEL ÁGUILA NOS MUESTRA A JESÚS COMO DIOS MANIFESTADO EN CARNE, NOS CONCIENTIZA SOBRE EL VALOR DE SU ESENCIA DIVINAL, Y DE CÓMO SU PERMANENCIA EN NOSOTROS NOS CONSTITUYE EN LUMINARES PARA EL MUNDO
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