LIMA - PERÚ DOMINGO 27 DE AGOSTO DEL 2017 MENSAJE # 1963
LUCAS 15:25-32.
"Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: Tu hermano ha venido, y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido, se había perdido, y es hallado".
=== Esta parábola nos abre el entendimiento sobre la forma de ser y de pensar entre los miembros de una familia. Su panorama relacional obedecía a lo que cada uno llevaba en su corazón. El padre no mostraba favoritismos, dispensando su amor a sus dos hijos en la misma medida; pero llegado el momento, el hermano menor se aburrió de la felicidad del hogar, y lleno de sí mismo, y de ocultas ansiedades que buscaran un horizonte diferente, decidió irse del hogar y correr una aventura fuera del mismo. En una forma grosera se acercó a su padre y le pidió la herencia que le correspondía (normalmente la herencia es obtenida a la muerte del progenitor; y aquí se adelanta la entrega de la misma). Dicho de otra manera, y en forma simple: Papá, renuncio a ti; tú para mí ya estás muerto, y quiero desligarme de todo lo que a ti me ate. A partir de hoy soy el dueño de mi vida, y haré con ella lo que quiera. ¡Dame la mía, y adiós! Y fue así que el inexperto hijo menor salió a recorrer el mundo y tener su gran aventura. Su fortuna era tan grande como su falta de experiencia, y se sumió en el dispendio más asombroso, en tremendas francachelas, y en desbordes exagerados. Las amistades parásitas le ayudaron a gastar todo lo que tenía; desapareciendo cuando su holgura se convirtiera en miseria, dejándolo totalmente pauperizado, revelando así que su amistad con él era producto de una elemental simbiosis, tras la cual se fueran a parasitar a otro ingenuo con afán derrochador.
=== Su espantosa miseria lo llevó al colmo, arrimándose a un hacendado que criaba animales inmundos; algo que ni en su peor pesadilla hubiera imaginado. Llegó a ser tal su crisis que se sintió totalmente destruido, demoralizado, y arruinado al extremo. Su misma condición lo llevó a la reflexión, y al volver en sí, entendió que todo lo que podía hacer era volver a la casa del padre, al cual ya no le pediría condiciones, estando consciente de que los derechos que le asistían le habían sido conculcados por tu torpe elección, asumiendo que podría hacer la labor de un jornalero si le rogaba lo suficiente a su padre. Cediendo a ese impulso, emprendió el viaje hacia su despreciado hogar, y con su sucio y astroso atuendo fue devorando los kilómetros que lo separaban del hogar del que nunca debió salir, y menos en la forma tan soberbia en que lo hiciera, pisoteando el honor familiar hasta negar su filiación. Y así, lleno de mil pensamientos disímiles, y dominando su temor por ser rechazado o desechado totalmente, avanzaba jadeante el infortunado hijo derrochador Grande fue su sorpresa cuando al llegar, vio la silueta de su padre que se recortaba en el horizonte, y que cuando estuvo ante él cara a cara, sintió el abrazo paternal que lo abrigara como lo hacía antaño, aunque bastante más emocionado; y cuando con la voz quebrada por el llanto y la congoja comenzó a expresar su muy preparada confesión, vio que el padre no le prestó atención, y que daba órdenes para que le trajeran lo necesario para asearlo, vestirlo, calzarlo, y poner en su mano el anillo familiar que implicaba su restitución filial. Ni su más cara ilusión podía compararse con la alegría de su restauración al seno paterno. La música y las danzas, el sacrificio del becerro gordo, y el disfrute general hicieron flotar su corazón en una nube incomparable del más placentero sentir.
=== La llegada del hermano mayor, su enojo contra el padre por la restitución del hijo rebelde, y el no sentirse tan amado como aquél; mantuvieron al hijo mayor fuera del regocijo general, y en una profunda desazón. El hijo mayor siempre pensó que su fidelidad debía ser celebrada con sus amigos, una enorme gama de seres orgullosos, petulantes y llenos de religioso fervor que debía ser premiado, loado, reconocido y festejado. El becerro gordo tenía para él mucho valor, y siempre esperó que fuera suyo, no pudiendo perdonarle al padre que se lo hubiera otorgado al hijo infiel, cuya restauración él no veía posible, ni quería, ni pretendía. Y el padre tuvo que decirle que TODO LO QUE ÉL TENÍA ERA SUYO, y que si quería el becerro gordo para celebrar no tenía más que tomarlo. Luego el padre puso énfasis en dos condiciones: El hijo perdido, había sido recobrado; y el hijo muerto había resucitado. El recobro, y la vida de resurrección, que ahora desbordaran el pecho del hijo reconciliado, era algo con lo que el padre soñara despierto cada noche, añorara cada día, aguardando lleno de ansiedad que aquel día llegara, y que la vida abundante y de resurrección hallara su sentido en la forma más gloriosa. ¿Quieres entrar, hermano mayor a celebrar con el Padre la gloria regia de la plena restauración del pueblo de Dios?
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 27/08/2017 MENSAJE # 1963
"Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: Tu hermano ha venido, y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido, se había perdido, y es hallado".
=== Esta parábola nos abre el entendimiento sobre la forma de ser y de pensar entre los miembros de una familia. Su panorama relacional obedecía a lo que cada uno llevaba en su corazón. El padre no mostraba favoritismos, dispensando su amor a sus dos hijos en la misma medida; pero llegado el momento, el hermano menor se aburrió de la felicidad del hogar, y lleno de sí mismo, y de ocultas ansiedades que buscaran un horizonte diferente, decidió irse del hogar y correr una aventura fuera del mismo. En una forma grosera se acercó a su padre y le pidió la herencia que le correspondía (normalmente la herencia es obtenida a la muerte del progenitor; y aquí se adelanta la entrega de la misma). Dicho de otra manera, y en forma simple: Papá, renuncio a ti; tú para mí ya estás muerto, y quiero desligarme de todo lo que a ti me ate. A partir de hoy soy el dueño de mi vida, y haré con ella lo que quiera. ¡Dame la mía, y adiós! Y fue así que el inexperto hijo menor salió a recorrer el mundo y tener su gran aventura. Su fortuna era tan grande como su falta de experiencia, y se sumió en el dispendio más asombroso, en tremendas francachelas, y en desbordes exagerados. Las amistades parásitas le ayudaron a gastar todo lo que tenía; desapareciendo cuando su holgura se convirtiera en miseria, dejándolo totalmente pauperizado, revelando así que su amistad con él era producto de una elemental simbiosis, tras la cual se fueran a parasitar a otro ingenuo con afán derrochador.
=== Su espantosa miseria lo llevó al colmo, arrimándose a un hacendado que criaba animales inmundos; algo que ni en su peor pesadilla hubiera imaginado. Llegó a ser tal su crisis que se sintió totalmente destruido, demoralizado, y arruinado al extremo. Su misma condición lo llevó a la reflexión, y al volver en sí, entendió que todo lo que podía hacer era volver a la casa del padre, al cual ya no le pediría condiciones, estando consciente de que los derechos que le asistían le habían sido conculcados por tu torpe elección, asumiendo que podría hacer la labor de un jornalero si le rogaba lo suficiente a su padre. Cediendo a ese impulso, emprendió el viaje hacia su despreciado hogar, y con su sucio y astroso atuendo fue devorando los kilómetros que lo separaban del hogar del que nunca debió salir, y menos en la forma tan soberbia en que lo hiciera, pisoteando el honor familiar hasta negar su filiación. Y así, lleno de mil pensamientos disímiles, y dominando su temor por ser rechazado o desechado totalmente, avanzaba jadeante el infortunado hijo derrochador Grande fue su sorpresa cuando al llegar, vio la silueta de su padre que se recortaba en el horizonte, y que cuando estuvo ante él cara a cara, sintió el abrazo paternal que lo abrigara como lo hacía antaño, aunque bastante más emocionado; y cuando con la voz quebrada por el llanto y la congoja comenzó a expresar su muy preparada confesión, vio que el padre no le prestó atención, y que daba órdenes para que le trajeran lo necesario para asearlo, vestirlo, calzarlo, y poner en su mano el anillo familiar que implicaba su restitución filial. Ni su más cara ilusión podía compararse con la alegría de su restauración al seno paterno. La música y las danzas, el sacrificio del becerro gordo, y el disfrute general hicieron flotar su corazón en una nube incomparable del más placentero sentir.
=== La llegada del hermano mayor, su enojo contra el padre por la restitución del hijo rebelde, y el no sentirse tan amado como aquél; mantuvieron al hijo mayor fuera del regocijo general, y en una profunda desazón. El hijo mayor siempre pensó que su fidelidad debía ser celebrada con sus amigos, una enorme gama de seres orgullosos, petulantes y llenos de religioso fervor que debía ser premiado, loado, reconocido y festejado. El becerro gordo tenía para él mucho valor, y siempre esperó que fuera suyo, no pudiendo perdonarle al padre que se lo hubiera otorgado al hijo infiel, cuya restauración él no veía posible, ni quería, ni pretendía. Y el padre tuvo que decirle que TODO LO QUE ÉL TENÍA ERA SUYO, y que si quería el becerro gordo para celebrar no tenía más que tomarlo. Luego el padre puso énfasis en dos condiciones: El hijo perdido, había sido recobrado; y el hijo muerto había resucitado. El recobro, y la vida de resurrección, que ahora desbordaran el pecho del hijo reconciliado, era algo con lo que el padre soñara despierto cada noche, añorara cada día, aguardando lleno de ansiedad que aquel día llegara, y que la vida abundante y de resurrección hallara su sentido en la forma más gloriosa. ¿Quieres entrar, hermano mayor a celebrar con el Padre la gloria regia de la plena restauración del pueblo de Dios?
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 27/08/2017 MENSAJE # 1963
LAS OVEJAS TIENEN QUE SER BUSCADAS, UBICADAS Y RESCATADAS; ASIMISMO OCURRE CON LAS DRACMAS PERDIDAS; PERO LOS HIJOS TIENEN QUE REFLEXIONAR Y VOLVER AL HOGAR DE DONDE SALIERON VOLUNTARIAMENTE. ESTÁS INVITADO A VOLVER, EL PADRE TE AGUARDA.
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