LIMA - PERÚ SÁBADO 21 DE OCTUBRE DEL 2017 MENSAJE # 2073
ESDRAS:3:1-4.
"Cuando llegó el mes séptimo, y estando los hijos de Israel ya establecidos en las ciudades, se juntó el pueblo como un solo hombre Entonces se levantaron Jesúa hijo de Josadac y sus hermanos los sacerdotes, y Zorobabel hijo de Salatiel y sus hermanos, y edificaron el altar del Dios de Israel, para ofrecer sobre él holocaustos como está escrito en la ley de Moisés varón de Dios. Y colocaron el altar sobre su base, porque tenían miedo de los pueblos de las tierras, y ofrecieron sobre él holocaustos por la mañana y por la tarde. Celebraron asimismo la fiesta solemne de los tabernáculos, como está escrito, y holocaustos por orden conforme al rito, cada cosa en su día".
=== Las especificaciones de la salida de Susa, la capital del reino medo-persa, después del edicto de Ciro el rey persa, y todos los detalles inherentes a la vuelta de la nación israelita hacia Jerusalén, y el número de los que componían a los restauradores, y el acomodo de los mismos en la capital del reino; se procedió a poner por obra la consigna dada por el rey, y la razón por la que ellos estaban allí; y se comenzó por el principio de toda obra restauradora: el restablecer el contacto con la Deidad mediante el ofrecimiento de los sacrificios rituales que suponen la unidad célico-pedestre en la fusión tan anhelada por Yahweh como por el pueblo judío mismo. Si bien todo podía esperar hasta la reconstrucción, la adoración era algo que demandaba desde la interioridad de cada uno de los componentes del remanente que volviera a Jerusalén el hacerse uno con la Deidad en un acto de suprema adoración. El holocausto, o la ofrenda totalmente quemada, implicando que ésta era para el gozo y deleite de Yahweh el Dios vivo, era la forma más elocuente de darle la gloria al Padre, y de rogarle que acepte a la congregación en su totalidad, y su deseo de rendirse a él en su integridad tripartita (Sal.20:1-5). El holocausto es una ofrenda limpia, hecha por aquel que ha sido limpiado de sus pecados, y que con la pureza ritual obtenida se acerca al Padre, sabiendo que ha sido acepto en su totalidad, de lo cual da testimonio la total combustión del animal sacrificado en honor de Yahweh, lo cual suponía un supremo contacto entre Dios y sus seres creados en la hermosura de la santidad.
=== Cada detalle de los sacrificios hechos, implicaban el grado de madurez en la adoración en la que habían sido instruidos para acercarse a Dios, y aunque para algunos creyentes hoy esto pareciera carecer de significado, el Padre los había instituido, y la obediencia al orden establecido aseguraba el agrado divino y el contacto pertinente. ¡Cuántas veces nuestras oraciones y nuestros cánticos carecen de valor por ser hechos en forma mecánica, ritual, y seca o sosa!, porque nuestra naturaleza tripartita ha prestado los gestos del cuerpo, la afectación anímica, y no contiene ningún elemento espiritual que la identifique y santifique, dándole al Padre la adoración, la alabanza y el honor que a él se le debe. Todo ello está lleno de detalles externos, pero su vacío interior lo hace repulsivo a la Deidad, quien quiere ser adorado en espíritu y en verdad. El mar de inquietudes que llenaban a los "dueños advenedizos", les hacía solicitar la presencia tangible del Dios de la gloria, que era la única forma en que ellos se recobraran emocionalmente, concediéndoles Yahweh la tranquilidad que el hiciera emerger desde su espíritu humano en una bendita amalgama con el suyo, tornándose esa fusión en una serenidad que solamente conoce quien la recibe, experimentando en carne propia lo que antes fuera privilegio exclusivo de su espíritu. Los que lo han sentido y comprobado, saben de qué estoy hablando. Es más que un simple arrobo momentáneo, es plena consciencia del cuidado y del amor divinal, sintiendo hasta el extremo las alas y hasta las plumas del Altísimo.
=== La fiesta de los tabernáculos (cabañas) nos refiere la PRESENCIA DEL DIOS VIVO, la misma que nos llena de un temor reverente, que tiene una semana de comunión y de festividad que nada consigue interrumpir, cuando trasciende el panorama ritual que se torna trascendente; como lo fuera para Elías y Eliseo, quienes solían decir: "Vive Yahweh en cuya presencia estoy", aunque nada hiciera visible para el carnal la compañía divina. Recordemos cómo Eliseo hubo de orar por Giezi, para que pudiera ver la realidad operativa de su señor (aquí me refiero a Giezi), el cuidado de Dios sobre él, y la certeza de su esperanza más allá de lo evidente. La vida espiritual es tan nítida y actual como lo es la vida natural. Aquel que anda tripartitamente, tiene un espíritu sensible al divino fluir; atento a las emociones que con ella caminan en armonía; y dispuesto para hacer que los cuerpos mortales contribuyan en su peregrinación para hacer que la obra de Dios se realice gozosa y gloriosamente. El hombre espiritual no anda en una nube, no está abstraído o distraído; sino que está atento a su panorama tripartito. No disfruta de la trivialidad, porque todo lo que él hace tiene un propósito, un superior intento, un sentido claro sobre su trascendente existencia. Es por ello que está atento a sus horarios, al valor de los sacrificios que lo llevan a participar de una comunión que lo llena de la energía y el poder de lo alto; y la progresiva combustión del cordero sacrificado le declara la divina y completa aceptación del Padre para con él; y es por ello que él la contempla absorto y agradecido al Dios que lo llamara para su servicio. ¡Qué así reciba Yahweh las ofrendas espirituales de mis lectores!
"Cuando llegó el mes séptimo, y estando los hijos de Israel ya establecidos en las ciudades, se juntó el pueblo como un solo hombre Entonces se levantaron Jesúa hijo de Josadac y sus hermanos los sacerdotes, y Zorobabel hijo de Salatiel y sus hermanos, y edificaron el altar del Dios de Israel, para ofrecer sobre él holocaustos como está escrito en la ley de Moisés varón de Dios. Y colocaron el altar sobre su base, porque tenían miedo de los pueblos de las tierras, y ofrecieron sobre él holocaustos por la mañana y por la tarde. Celebraron asimismo la fiesta solemne de los tabernáculos, como está escrito, y holocaustos por orden conforme al rito, cada cosa en su día".
=== Las especificaciones de la salida de Susa, la capital del reino medo-persa, después del edicto de Ciro el rey persa, y todos los detalles inherentes a la vuelta de la nación israelita hacia Jerusalén, y el número de los que componían a los restauradores, y el acomodo de los mismos en la capital del reino; se procedió a poner por obra la consigna dada por el rey, y la razón por la que ellos estaban allí; y se comenzó por el principio de toda obra restauradora: el restablecer el contacto con la Deidad mediante el ofrecimiento de los sacrificios rituales que suponen la unidad célico-pedestre en la fusión tan anhelada por Yahweh como por el pueblo judío mismo. Si bien todo podía esperar hasta la reconstrucción, la adoración era algo que demandaba desde la interioridad de cada uno de los componentes del remanente que volviera a Jerusalén el hacerse uno con la Deidad en un acto de suprema adoración. El holocausto, o la ofrenda totalmente quemada, implicando que ésta era para el gozo y deleite de Yahweh el Dios vivo, era la forma más elocuente de darle la gloria al Padre, y de rogarle que acepte a la congregación en su totalidad, y su deseo de rendirse a él en su integridad tripartita (Sal.20:1-5). El holocausto es una ofrenda limpia, hecha por aquel que ha sido limpiado de sus pecados, y que con la pureza ritual obtenida se acerca al Padre, sabiendo que ha sido acepto en su totalidad, de lo cual da testimonio la total combustión del animal sacrificado en honor de Yahweh, lo cual suponía un supremo contacto entre Dios y sus seres creados en la hermosura de la santidad.
=== Cada detalle de los sacrificios hechos, implicaban el grado de madurez en la adoración en la que habían sido instruidos para acercarse a Dios, y aunque para algunos creyentes hoy esto pareciera carecer de significado, el Padre los había instituido, y la obediencia al orden establecido aseguraba el agrado divino y el contacto pertinente. ¡Cuántas veces nuestras oraciones y nuestros cánticos carecen de valor por ser hechos en forma mecánica, ritual, y seca o sosa!, porque nuestra naturaleza tripartita ha prestado los gestos del cuerpo, la afectación anímica, y no contiene ningún elemento espiritual que la identifique y santifique, dándole al Padre la adoración, la alabanza y el honor que a él se le debe. Todo ello está lleno de detalles externos, pero su vacío interior lo hace repulsivo a la Deidad, quien quiere ser adorado en espíritu y en verdad. El mar de inquietudes que llenaban a los "dueños advenedizos", les hacía solicitar la presencia tangible del Dios de la gloria, que era la única forma en que ellos se recobraran emocionalmente, concediéndoles Yahweh la tranquilidad que el hiciera emerger desde su espíritu humano en una bendita amalgama con el suyo, tornándose esa fusión en una serenidad que solamente conoce quien la recibe, experimentando en carne propia lo que antes fuera privilegio exclusivo de su espíritu. Los que lo han sentido y comprobado, saben de qué estoy hablando. Es más que un simple arrobo momentáneo, es plena consciencia del cuidado y del amor divinal, sintiendo hasta el extremo las alas y hasta las plumas del Altísimo.
=== La fiesta de los tabernáculos (cabañas) nos refiere la PRESENCIA DEL DIOS VIVO, la misma que nos llena de un temor reverente, que tiene una semana de comunión y de festividad que nada consigue interrumpir, cuando trasciende el panorama ritual que se torna trascendente; como lo fuera para Elías y Eliseo, quienes solían decir: "Vive Yahweh en cuya presencia estoy", aunque nada hiciera visible para el carnal la compañía divina. Recordemos cómo Eliseo hubo de orar por Giezi, para que pudiera ver la realidad operativa de su señor (aquí me refiero a Giezi), el cuidado de Dios sobre él, y la certeza de su esperanza más allá de lo evidente. La vida espiritual es tan nítida y actual como lo es la vida natural. Aquel que anda tripartitamente, tiene un espíritu sensible al divino fluir; atento a las emociones que con ella caminan en armonía; y dispuesto para hacer que los cuerpos mortales contribuyan en su peregrinación para hacer que la obra de Dios se realice gozosa y gloriosamente. El hombre espiritual no anda en una nube, no está abstraído o distraído; sino que está atento a su panorama tripartito. No disfruta de la trivialidad, porque todo lo que él hace tiene un propósito, un superior intento, un sentido claro sobre su trascendente existencia. Es por ello que está atento a sus horarios, al valor de los sacrificios que lo llevan a participar de una comunión que lo llena de la energía y el poder de lo alto; y la progresiva combustión del cordero sacrificado le declara la divina y completa aceptación del Padre para con él; y es por ello que él la contempla absorto y agradecido al Dios que lo llamara para su servicio. ¡Qué así reciba Yahweh las ofrendas espirituales de mis lectores!
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 21/10/2017 MENSAJE # 2073
NUESTRA VIDA RELACIONAL, EN EL ÁREA DEL RECOBRO, NO PUEDE MENOS QUE RECONOCER SUS FALLAS, SUS DEMORAS Y SUS EXCESOS; CUADO TOSO ESTO ES ARREGLADO EN LA PRESENCIA DE DIOS POR UN SACRIFICIO EXPIATORIO (EL DE CRISTO EN LA CRUZ FUE PERFECTO Y FINAL), PODEMOS OFRECERLE A DIOS EL HOLOCAUSTO, RECONOCIÉNDOLO COMO REDENTOR Y COMO DIGNO DE SER ADORADO EN ESPÍRITU Y EN VERDAD. ¡RÍNDETE A ÉL ÍNTEGRAMENTE!
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