LIMA - PERÚ VIERNES 24 DE NOVIEMBRE DEL 2017 MENSAJE # 2141
JONÁS 1:9-15.
"Y él les respondió: Soy hebreo, y temo a Yahweh, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra. Y aquellos hombres temieron sobremanera, y le dijeron: ¿Por qué has hecho esto? Porque ellos sabían que huía de la presencia de Yahweh, pues él se los había declarado. Y le dijeron: ¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete? Porque el mar se iba embraveciendo más y más. Él les respondió: Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros. Y aquellos hombres trabajaron por hacer volver la nave a tierra; mas no pudieron, porque el mar se iba embraveciendo más y más contra ellos. Entonces clamaron a Yahweh y dijeron: Te rogamos ahora, Yahweh, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, Yahweh, has hecho como has querido. Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furor. Y temieron aquellos hombres a Yahweh con gran temor, y ofrecieron sacrificio a Yahweh, e hicieron votos".
=== El llamamiento y directivas que hiciera Dios a Jonás, el hijo de Amitai, componían un compromiso ineludible para que lo predeterminado por la Deidad se cumpliera a su sazón. El ya conocido profeta, sin dudarlo ni por un momento, buscó huir de la presencia de Dios (aunque tal pensamiento resulte absurdo para nosotros en el siglo XXI; en la época de Jonás se suponía la injerencia divina como locataria, no entendiendo su omnipresencia). Dado que Jonás había llegado a inquirir en parte la naturaleza divina, decidió que esta carga no la llevaría, prefiriendo ver la destrucción de Nínive, antes que darle opción para el arrepentimiento. Cabe acotar que lo que Jonás estaba haciendo era resistir a la voluntad divina y soberana, pretendiendo alterarla, e impedirla. Muchos de nosotros hacemos lo mismo al pretender que ciertas personas de nuestro entorno serán salvas, y las que desechamos en nuestros corazones, no lo serán, no siendo ni centinelas ni heraldos; sino jueces con malas intenciones. Pero sigamos a Jonás hasta el puerto de Jope, y veámoslo subir a aquella nave que se dirigía a Tarsis, descendiendo al fondo del navío para dormir a placer mientras se "alejaba de la presencia divinal", y dejaba a Dios hacerse cargo de su crisis histórica y profética.
=== La tormenta, "made in heaven", convirtió aquel navío en una batea vieja que flotara a merced del viento, amenazando hundirse, llenando a la marinería y a los circunstanciales pasajeros de un pánico superlativo. Después de botar toda la carga al mar, y hacer lo que se hace en estos casos, todos buscaban culpables, y cada uno clamaba a su dios particular, a ver si alguno les contestaba, sabiendo que de esto no podrían librarse. Después de amonestar al sinvergüenza dormido, y de "echar suertes" (las cosas que desata el pánico), todo apuntaba hacia el judío dormilón, el cual al ser interrogado les dijo toda la verdad a aquellos hombres. Al inquirir sobre cómo podrían hacer que el mar se aquietara, Jonás les dio la información precisa; pero ellos, en lugar de seguir la directiva inspirada, pusieron todo de su parte para que Dios no consiguiera su propósito; hasta que se dieron por vencidos, y al no quedarles otra alternativa, después de orar a su sazón, pidiendo perdón por lo que harían, y más si este hombre resultara inocente, tiraron a Jonás al mar, y el tal se aquietó inmediatamente. ¿Qué porqué Jonás no se tiró el mismo al mar para salvar la vida de aquellos hombres que lucharan por preservar la suya? ¿Fue una directiva que Jonás intuyó en ese instante? ¿Tenía Dios algún propósito con aquellos marineros a futuro? Ellos ofrecieron un sacrificio e hicieron votos al Padre al recordar lo dramático de tal episodio. Sus dioses de pacotilla jamás habían hecho algo semejante. Más de un corazón pudo ver la soberana actividad divina, y probablemente más de un alma se salvó aquel día tan peculiar.
=== El diálogo con Jonás, sobre lo que había que hacer con él; la lucha fraterna de aquellos hombres por evitar que Jonás muriera ahogado en el mar; el evitar sus propias muertes; la singularidad de los actos divinos; la fiel comprobación de que sus dioses no valían para nada; lo súbito de la detención de aquella tormenta; aquel enorme pez que se tragara al judío; eran demasiado para ser digerido por un rudimentario pensar, glorificándose el Señor con todo lo que mostrara en esta ocasión, revelando su poder y su bondad, y la inalterabilidad de su consejo cuando opera soberanamente. La voluntad soberana del Padre no puede ser detenida, ejecutando el tal el deseo de su corazón para que su propósito se cristalizara en el tiempo oportuno, y con aquellos que él comprometiera dentro de su beneplácito.
"Y él les respondió: Soy hebreo, y temo a Yahweh, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra. Y aquellos hombres temieron sobremanera, y le dijeron: ¿Por qué has hecho esto? Porque ellos sabían que huía de la presencia de Yahweh, pues él se los había declarado. Y le dijeron: ¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete? Porque el mar se iba embraveciendo más y más. Él les respondió: Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros. Y aquellos hombres trabajaron por hacer volver la nave a tierra; mas no pudieron, porque el mar se iba embraveciendo más y más contra ellos. Entonces clamaron a Yahweh y dijeron: Te rogamos ahora, Yahweh, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, Yahweh, has hecho como has querido. Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furor. Y temieron aquellos hombres a Yahweh con gran temor, y ofrecieron sacrificio a Yahweh, e hicieron votos".
=== El llamamiento y directivas que hiciera Dios a Jonás, el hijo de Amitai, componían un compromiso ineludible para que lo predeterminado por la Deidad se cumpliera a su sazón. El ya conocido profeta, sin dudarlo ni por un momento, buscó huir de la presencia de Dios (aunque tal pensamiento resulte absurdo para nosotros en el siglo XXI; en la época de Jonás se suponía la injerencia divina como locataria, no entendiendo su omnipresencia). Dado que Jonás había llegado a inquirir en parte la naturaleza divina, decidió que esta carga no la llevaría, prefiriendo ver la destrucción de Nínive, antes que darle opción para el arrepentimiento. Cabe acotar que lo que Jonás estaba haciendo era resistir a la voluntad divina y soberana, pretendiendo alterarla, e impedirla. Muchos de nosotros hacemos lo mismo al pretender que ciertas personas de nuestro entorno serán salvas, y las que desechamos en nuestros corazones, no lo serán, no siendo ni centinelas ni heraldos; sino jueces con malas intenciones. Pero sigamos a Jonás hasta el puerto de Jope, y veámoslo subir a aquella nave que se dirigía a Tarsis, descendiendo al fondo del navío para dormir a placer mientras se "alejaba de la presencia divinal", y dejaba a Dios hacerse cargo de su crisis histórica y profética.
=== La tormenta, "made in heaven", convirtió aquel navío en una batea vieja que flotara a merced del viento, amenazando hundirse, llenando a la marinería y a los circunstanciales pasajeros de un pánico superlativo. Después de botar toda la carga al mar, y hacer lo que se hace en estos casos, todos buscaban culpables, y cada uno clamaba a su dios particular, a ver si alguno les contestaba, sabiendo que de esto no podrían librarse. Después de amonestar al sinvergüenza dormido, y de "echar suertes" (las cosas que desata el pánico), todo apuntaba hacia el judío dormilón, el cual al ser interrogado les dijo toda la verdad a aquellos hombres. Al inquirir sobre cómo podrían hacer que el mar se aquietara, Jonás les dio la información precisa; pero ellos, en lugar de seguir la directiva inspirada, pusieron todo de su parte para que Dios no consiguiera su propósito; hasta que se dieron por vencidos, y al no quedarles otra alternativa, después de orar a su sazón, pidiendo perdón por lo que harían, y más si este hombre resultara inocente, tiraron a Jonás al mar, y el tal se aquietó inmediatamente. ¿Qué porqué Jonás no se tiró el mismo al mar para salvar la vida de aquellos hombres que lucharan por preservar la suya? ¿Fue una directiva que Jonás intuyó en ese instante? ¿Tenía Dios algún propósito con aquellos marineros a futuro? Ellos ofrecieron un sacrificio e hicieron votos al Padre al recordar lo dramático de tal episodio. Sus dioses de pacotilla jamás habían hecho algo semejante. Más de un corazón pudo ver la soberana actividad divina, y probablemente más de un alma se salvó aquel día tan peculiar.
=== El diálogo con Jonás, sobre lo que había que hacer con él; la lucha fraterna de aquellos hombres por evitar que Jonás muriera ahogado en el mar; el evitar sus propias muertes; la singularidad de los actos divinos; la fiel comprobación de que sus dioses no valían para nada; lo súbito de la detención de aquella tormenta; aquel enorme pez que se tragara al judío; eran demasiado para ser digerido por un rudimentario pensar, glorificándose el Señor con todo lo que mostrara en esta ocasión, revelando su poder y su bondad, y la inalterabilidad de su consejo cuando opera soberanamente. La voluntad soberana del Padre no puede ser detenida, ejecutando el tal el deseo de su corazón para que su propósito se cristalizara en el tiempo oportuno, y con aquellos que él comprometiera dentro de su beneplácito.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 24/11/2017 MENSAJE # 2141
CUANDO LA EVENTUALIDAD NOS CONVIERTE EN COPROTAGONISTAS DE LOS HECHOS DIVINOS, NOS SENTIMOS CONSTERNADOS; MAS CUANDO VEMOS LOS RESULTADOS DE LAS OPERACIONES EJECUTADAS POR ÉL, SE EXPAMDE ANTE NUESTROS AZORADOS OJOS LAS REALIDADES DEL SOBERANO FLUIR DE LA DEIDAD.
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