LIMA - PERÚ MARTES 21 DE NOVIEMBRE DEL 2017 MENSAJE # 2135
HEBREOS 3:7-14
"Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, donde me tentaron vuestros padres, me probaron, y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, y dije: Siempre andan vagando en su corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo. Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio".
=== Al penetrar con el autor de Hebreos en el contexto de aquello que Dios ha definido para todos los que fueran llamados a moverse en la fe, se destaca el uso de ella por cada creyente, y es por eso que el autor se dedica a los planos comparativos entre Jesús y los ángeles, y en este capítulo, entre Jesús y Moisés, proponiendo la figura del apostolado del Señor y de su sumo sacerdocio como el orientador y obrador de nuestra fe, pasando a referir el plano de la fidelidad del Hijo de Dios destacando su singularidad en calidad de Hijo de Dios, y no de simple siervo, y encontramos en el v.6 el meollo de todo esto: Pero Cristo como Hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, SI RETENEMOS FIRME HASTA EL FIN LA CONFIANZA Y EL GLORIARNOS EN LA ESPERANZA. Se hace necesario entender nuestro espíritu de compromiso con la Deidad hasta el cubrimiento de su propósito, para lo cual es básico que penetremos espiritualmente en el ámbito de las promesas, y de su cumplimiento. Y es allí cuando el Espíritu Santo nos transporta al panorama histórico-profético que nos permita visualizar por entero la divina operación, la cual requerirá que nosotros hagamos nuestra parte sobre la base de lo entendido, y que no repitamos aquellas cosas que hicieran que la nación elegida se quedara en la banda continua de la necedad, extendiendo su estadía en el desierto, hasta desaparecer como generación heredera.
=== Que la fe es estrictamente necesaria lo entendemos porque el Espíritu dice: "SI OYEREIS HOY SU VOZ...", y la fe viene por el oír y el oír, por la palabra de Dios (Ro.10:17). Dada la información divina, si le prestamos la suficiente atención, y disponemos el corazón, habrá la cabal comprensión de lo dicho; pero no necesariamente la obediencia implícita si no hay la disposición para operar de consuno con la Deidad para que su propósito se cubra, agradando al Padre. El corazón de la nación hebraica se mostró indócil, dubitativo y rebelde; provocando la ira divina con sus actitudes y sus conductas elusivas, poniendo en evidencia que desconfiaban de la Deidad, atribuyéndole mala voluntad para con ellos, y un deseo perverso por destruirlos. Yahweh se había dado tanto trabajo para sacarlos de Egipto en escuadrones, alimentarlos y darles agua para su sed en una forma portentosa, y otras cosas conocidas por el pueblo de Dios que sería ocioso citar. Su negativa a entrar en la tierra de promisión, hizo que su jornada de once días se transformara en cuarenta años de peregrinación; hasta que los quinientos noventa y nueve mil novecientos noventa y ocho rebeldes murieran en el desierto, por provocar la ira divina. El disgusto divino les costó muy caro.
=== Cuando el autor enfoca las cámaras hacia el Señor, nos hace conocer su reflexión. Su enojo contra los rebeldes se debió a que los tales: SIEMPRE ANDABAN VAGANDO EN SU CORAZÓN. ¿Qué significaba esto? Que ninguno de ellos buscaba entender al Padre en lo concerniente a su propósito, oscilando sus corazones entre uno y otro pensamiento, no poniendo de su parte para aprender a pensar y sentir como Dios, a captar su intento, para hacer que la descendencia de Abraham, su amigo, poseyera la tierra que él les había prometido a los hombres del Memorial: Abraham, Isaac y Jacob. Vagar, en la iglesia local, implica el nunca comprometerse con los valores que la comunidad maneja en su panorama relacional con la Deidad, una asistencia intrascendente, un gregarismo terrenal que nos hace todo con nada; el permanecer permanentemente desorientado, y nunca aprender nada, teniendo necesidad de rudimentos, de leche, y no de comida sólida; siendo inexpertos en la palabra de justicia, haciendo imposible que ingresen en el reposo divino, que es la única forma de disfrutar lo que Dios en su gracia nos ha impartido para nuestra dicha y bienestar continuos. En tal condición, el corazón se endurece, se torna malo y se hace incrédulo por propia decisión; y así día tras día, rechazamos el amor divino, y las virtudes de su gracia. Es así como la paz que trae la justicia no llega nunca a consolidarse, y el muro gigantesco de nuestra propia incredulidad nos impide entrar al reposo de una vida cristiana normal.
"Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, donde me tentaron vuestros padres, me probaron, y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, y dije: Siempre andan vagando en su corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo. Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado. Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio".
=== Al penetrar con el autor de Hebreos en el contexto de aquello que Dios ha definido para todos los que fueran llamados a moverse en la fe, se destaca el uso de ella por cada creyente, y es por eso que el autor se dedica a los planos comparativos entre Jesús y los ángeles, y en este capítulo, entre Jesús y Moisés, proponiendo la figura del apostolado del Señor y de su sumo sacerdocio como el orientador y obrador de nuestra fe, pasando a referir el plano de la fidelidad del Hijo de Dios destacando su singularidad en calidad de Hijo de Dios, y no de simple siervo, y encontramos en el v.6 el meollo de todo esto: Pero Cristo como Hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, SI RETENEMOS FIRME HASTA EL FIN LA CONFIANZA Y EL GLORIARNOS EN LA ESPERANZA. Se hace necesario entender nuestro espíritu de compromiso con la Deidad hasta el cubrimiento de su propósito, para lo cual es básico que penetremos espiritualmente en el ámbito de las promesas, y de su cumplimiento. Y es allí cuando el Espíritu Santo nos transporta al panorama histórico-profético que nos permita visualizar por entero la divina operación, la cual requerirá que nosotros hagamos nuestra parte sobre la base de lo entendido, y que no repitamos aquellas cosas que hicieran que la nación elegida se quedara en la banda continua de la necedad, extendiendo su estadía en el desierto, hasta desaparecer como generación heredera.
=== Que la fe es estrictamente necesaria lo entendemos porque el Espíritu dice: "SI OYEREIS HOY SU VOZ...", y la fe viene por el oír y el oír, por la palabra de Dios (Ro.10:17). Dada la información divina, si le prestamos la suficiente atención, y disponemos el corazón, habrá la cabal comprensión de lo dicho; pero no necesariamente la obediencia implícita si no hay la disposición para operar de consuno con la Deidad para que su propósito se cubra, agradando al Padre. El corazón de la nación hebraica se mostró indócil, dubitativo y rebelde; provocando la ira divina con sus actitudes y sus conductas elusivas, poniendo en evidencia que desconfiaban de la Deidad, atribuyéndole mala voluntad para con ellos, y un deseo perverso por destruirlos. Yahweh se había dado tanto trabajo para sacarlos de Egipto en escuadrones, alimentarlos y darles agua para su sed en una forma portentosa, y otras cosas conocidas por el pueblo de Dios que sería ocioso citar. Su negativa a entrar en la tierra de promisión, hizo que su jornada de once días se transformara en cuarenta años de peregrinación; hasta que los quinientos noventa y nueve mil novecientos noventa y ocho rebeldes murieran en el desierto, por provocar la ira divina. El disgusto divino les costó muy caro.
EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA 21/11/2017 MENSAJE # 2135
LA DOCILIDAD DEL CORAZÓN TIENE QUE VER CON LA ATENCIÓN QUE LE PONEMOS A LAS ENSEÑANZAS DIVINAS, A NUESTRA VOCACIÓN DE SERVICIO, Y A NUESTRO DESEO DE AGRADAR AL PADRE EN TODO.
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