sábado, 13 de enero de 2018

LAS REFLEXIONES DEL JOVEN ELIÚ NO DEJAN DE SER VALIOSAS, EXCEPTUANDO LAS ACUSACIONES Y LA FISCALIZACIÓN DE CADA PALABRA QUE EL PATRIARCA HUBIERA REFERIDO. MÁS ALLÁ DE LOS ANÁLISIS, Y DEL DESEO DE JUZGAR RECTAMENTE, ESTÁN LOS VALORES ESPIRITUALES QUE DIOS REGISTRA Y REVELA, Y AQUELLOS PERSONAJES NO LO HABÍAN ESCUCHADO TODO. ALGO QUE JESÚS MENCIONARÍA EN JUAN 9:3.

LIMA - PERÚ     SÁBADO 13 DE ENERO DEL 2018        MENSAJE # 2241

JOB 35:13-16.

"Ciertamente Dios no oirá la vanidad, ni la mirará el Omnipotente. ¿Cuánto menos cuando dices que no haces caso de él? La causa está delante de él, por tanto, aguárdale. Mas ahora, porque en su ira no castiga, ni inquiere con rigor, por eso Job abre su boca vanamente, y multiplica palabras sin sabiduría".

===El libro de Job está pletórico de una serie de factores que es positivo analizar, para no quedarnos con una impresión errónea. La zona celeste reconocía que Job era un hombre excelente, temeroso de Dios y apartado del mal, y cuando éste es mencionado por Dios ante Satán, hay una inmediata réplica del maligno por gozar Job del amparo divino, exigiendo el enemigo que le sea quitado para probar si la fe de Job era real, o consecuencia de las bendiciones que el Padre señalara para él. El Dios Soberano define que su siervo ingrese a la sala del peligro para ser agredido por el diablo en la forma más cobarde y perversa, acabando con sus bienes, con su prole, y con su salud; no hallando el resultado anhelado: que Job blasfemara el nombre de Yahweh, y abandonara su fe, buscando en otros dioses lo que "Dios le habría hecho perder injustamente", justificando, al parecer, un cambio de lealtades. Perdidas las riquezas, la familia y la salud, la cereza en el chantilly vino con las frases que su esposa le refiriera como la justa abjuración de su fe: "¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete". La fe de la damisela encantadora estaba sujeta a sus pasiones, disfrutes y comodidades; los que ya no tenía. Su relación con Dios, su hogar y su marido, eran algo relativo y condicionado al plano natural que disfrutaba. Si Dios le hubiera hablado a Satán de la esposa de Job como alguien de perfecto fluir, el diablo se sacaba el premio gordo, y el libro de la "Joba" se hubiera ahorrado cuarenta capítulos.

=== Pero Satán y su esposa eran sólo el primer round. Cuando sus amigos: Bildad. Zofar y Elifaz, vinieron a brindarle "consolación", se quedaron pasmados con lo que vieron, recibiendo un shock cuando se acercaron a aquella piltrafa renegrida, sentada en ceniza y rascándose con un tiesto de barro las repulsivas llagas purulentas que su cuerpo exhibiera desde la coronilla hasta la planta de los pies... ¡Eso... era Job! Las vestiduras rasgadas, y el polvo sobre sus cabezas revelaban su dolor fraternal; pero sus corazones y sus lenguas entendieron que su carga no era la adecuada para ser volcada ante alguien que sufriera de ese modo, quedándose inhibidos por una semana entera... y como dice la canción de Marc Anthony: "Cuando el alma llora, el silencio no es remedio para calmar el sufrir". Los cálidos amaneceres, y los fríos anocheceres se fueron sucediendo. Aquella piel ennegrecida y reseca que colgara de sus huesos, ya no sentía ni los días ni las noches; y el gemir de aquel herido de Satán componía un réquiem macabro que se repetía día y noche. Aquello era tan inhumano e  infame, que la "justicia retributiva del pensar de los tres amigos" les hizo suponer que los pecados de Job habían desatado la ira divina, y que su estado actual era una prolongación de su desdichada y merecida agonía, que no pareciera tener fin (Hay quienes asumen que los sufrimientos jobianos duraron siete meses) ¡Una salvaje tortura que quizá disfrutaran los sádicos y perversos: pero que a nosotros, nos asombra hasta el paroxismo!
=== A ello hay que agregarle las gratuitas acusaciones de Eliú, el "apologista de Dios" a quien el desdichado Job no contestara, después de contestar en el tribunal de su conciencia a cada acusación que sus tres grandes amigos le hicieran durante el trámite de su "diálogo consolador", por llamarlo de alguna manera. Independientemente de lo valioso de la participación del joven Eliú, a quien "nadie le dio vela en este entierro", actuando a título personal; él no dejó de hacer lo mismo ACUSANDO A JOB, para contribuir a la consolación de los tres compañeros mencionados con anterioridad. Si bien a este joven le extrañara que Dios no hubiera desatado su ira contra Job ¿Había lugar para ella? Imaginó que era un detalle más de su soberanía, pero el que Job tenía que ser castigado, tenía que ser castigado. La justicia retributiva lo exigía, porque no había otra forma de mirarlo: Galardón para los buenos; castigo para los malos. Y si a es igual a b, y b igual a c; entonces a es igual a c, y Job tenía que ser un malvado de marca mayor: "No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él" (Jn.9:3). Que nuestras impulsivas manos acusadoras se inhiban de señalar culpables, hasta que hayamos sido enseñados sobre este pequeño detalle, que transforma a los acusadores en culpables, y al acusado en intercesor, para que Dios les muestre misericordia a los "molestos consoladores".


EFRAÍN ARTURO CHÁVEZ ESPARTA        13/01/2018         MENSAJE # 2241.

1 comentario:

  1. SE HACE NECESARIO LEER TODO EL LIBRO DE JOB, OBSERVAR EL RAZONAMIENTO Y EL INTENTO DE CADA UNO DE SUS AMIGOS, LAS RESPUESTAS DE JOB, Y LO QUE DICE DIOS RESPECTO A TODO ESTO. APRENDEREMOS MUCHO CON ELLO.

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